El sushi es japonés, el churrasco argentino y la paella española. Pero cuando se trata de definir la nacionalidad de la arepa solo hay una respuesta válida: colombo-venezolana. Este alimento a base de maíz procede de la más profunda raíz amerindia de lo que hoy son dos naciones. Y con el mestizaje, la arepa evolucionó en variantes regionales que hacen de ella un alimento muy versátil. Tan arraigada está en el gusto y en el corazón de las dos naciones que han decidido declarar el segundo sábado de septiembre como el Día Mundial de la Arepa.
Allí donde hay colombianos o venezolanos tiene que haber arepas. La internacionalización del comercio mundial ha facilitado que existan grandes facilidades para conseguir la materia prima para su elaboración en buena parte del mundo. Hasta hace unos años, la arepa era el raro gusto que se podían volver a dar los emigrantes de estos países cuando algún paisano suyo viajaba o cuando un familiar enviaba la harina por correo como un extraño pero siempre bien recibido regalo.
No obstante, al modo de la pizza o el taco, la arepa también ha conquistado los paladares locales de los principales destinos de la migración de sus países originarios. Se prevé por ello que este año el Día Mundial de la Arepa también se celebre en otras naciones como Ecuador, Perú, Chile, Estados Unidos y México.
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